Biografía (actualizada 2019)

Álvaro Hernando (Madrid, España, 1971) es maestro y licenciado en Antropología Social y Cultural (especializado en lingüística evolutiva y en los fenómenos de lenguas en contacto). Colabora como periodista en diferentes medios y, principalmente, dedica su tiempo a la docencia. Cuenta entre sus publicaciones con los poemarios Mantras para Bailar (2016) y Ex-Clavo (2018), Chicago Express (2019). También ha sido invitado a participar en publicaciones colegiadas, como la que rinde homenaje a Federico García Lorca, Poetas de Tierra y Luna. Homenaje a Federico García Lorca: Reedición de Poeta en Nueva York (2018). Ha participado en varias publicaciones colectivas de cuento, entre las que destaca el volumen Cuentos @ (2019), de Editorial Magma, Lenguas en Tránsito. Ha publicado poemas, ensayos, artículos y relatos en diferentes revistas de España y Estados Unidos. En la actualidad es delegado para EEUU de la revista de literatura especializada en Poesía Crátera, así como colaborador en distintos medios especializados dedicados a la literatura y a la docencia. En el año 2018 recibe el Premio Poesía en Abril, otorgado por la organización del Festival Internacional de Poesía de Chicago, donde vivió por varios años formando parte de la comunidad de escritores en español del Medio Oeste norteamericano. En la actualidad vive en Madrid, donde trabaja como asesor para el Ministerio de Educación y Formación Profesional.

sábado, 30 de diciembre de 2017

Lazos



Lazos

Repaso las arrugas del rostro de mi padre:
todas tienen en común con las mías
el punto de origen
y el de destino.

(Por Álvaro Hernando, en La herida eterna)

viernes, 1 de diciembre de 2017

Treinta y nueve eclipses


Treinta y nueve eclipses

La mano sobre el pudor.

El pudor en la mortaja.

La mortaja detrás de la vida.

La vida sobre la ausencia.

La ausencia antes que el olvido.

El olvido ante el silencio. 

El silencio cuando el dolor.

El gemido tras el llanto.

La esperanza contra la fe.

La verdad desde el honor.

El honor sobre el veneno.

La víbora en una cuna. 

La cuna bajo el poder.

La voz de la madre muerta.

El pan junto con el hambre.

Tus pechos junto a mis labios.

Los versos bajo los números.

La puerta sin cerradura.

Los muertos tras la venganza.

La luz bajo un párpado muerto.

Camille tras el cincel de Rodin.

La lava que limpia el suelo.

El bostezo ante la ciencia.

Bach dentro de un violoncello.

La infancia sobre la arena.

El agua sucia de arena.

La sal de la sed para el agua.

La ceniza en el tiempo.

La palabra para el necio.

La mentira sobre el amigo.

El guiño del hombre tuerto.

Los amores sobre el fuego.

Las alas en el infierno.

La leche caliente en invierno.

La sangre sobre la nata.

La victoria del hombre muerto.

Las cometas en el cielo.

Una mano sobre la piel.

Tu nombre en un pensamiento.


(Treinta y nueve eclipses, por Álvaro Hernando-Freile. Inédito para la revista Contratiempo que formará parte del poemario Chicago Express).



sábado, 18 de noviembre de 2017

Aun fuera

Aun fuera

Anduve de viaje entre tus constelaciones
entretenida la mirada y desgastado el tiempo,
hasta atraparlo, hasta atraparme, liberados,
amores sucios ¿con quién más puedo imaginarme?
Sí, atadas nuestras lenguas a un idioma suave.

Me acostumbro a la calle oxidada, en metal viejo,
llegada del invierno, con silencio solitario,
y camino en mi hábito buscándole a la luz sus huesos,
algo que cuente por qué no cae de ella tu recuerdo,
derretido, entre los labios, cada noche antes del sueño.

Dentro de mí crece un depredador inerte.
Se dilata áspera la mano de una sombra fría
que siembra caléndulas entre espasmos,
que mata mirlos con imaginar que no vuelan
o los calla mordiéndoles con la voz el canto.

Las huellas de tus dientes se me marcan por el cuerpo,
insistiendo en que sin sangre no hay recuerdo.
Y yo actúo como si nada ocurriera,
concordando la memoria y los olvidos,
como si la vida sin nosotros fuera buena.

(Álvaro Hernando, La Herida Eterna)

viernes, 17 de noviembre de 2017

Dientes de tinta

Dientes de tinta

Ahí me espera el bolígrafo
con los dientes afilados
como las miradas celosas
como las palabras huecas.

Anda prestándome la vida
regalándome palabras
encubriéndome silencios
pero con los dientes afilados.

Siempre me mira al cuello
por si bajo la guardia
nunca muerde la planta de los pies
ni las palmas de las manos.

El cuello, el cuello, el cuello
lleno de pequeñas marcas
fuentes de inspiración y de muerte
el cuello y sus dientes afilados.

El pequeño bolígrafo espera
en las baldosas frías del invierno
en la arena de las sábanas
en el moho del pan.

Ahí me espera el bolígrafo
con los dientes afilados
como las poesías dedicadas
como las palabras no dichas.


Para Chicago Express. Álvaro Hernando.

sábado, 11 de noviembre de 2017

Romper el perdón

Romper el perdón 

Hay que romper el vínculo con la piedra,
desbrozar los huesos macilentos de hiedra y tierra roja,
quebrar los carámbanos que brillan, tan bellos,
tan afilados.

Hay que lavar el pelo con miel y espuma de mar
arrancar las costras de esperanza hechas pan endurecido
para que los cuervos no puedan decir que ni somos dulces
ni salados.

Hay que responderle a uno mismo que no soy, ni existo.
Olvidarse en lo cálido de entre tanta pregunta de luz y frío.
Aspirar a ser algo menos previsibles, nada dolientes,
no dañados.

viernes, 10 de noviembre de 2017

La pequeña elegía

La pequeña elegía          (A Ana Artiga)


Ahora eres la madre.

Ahora eres el padre.

Y en tus manos queda el legado,
la sonrisa y la pena,
la moneda oxidada,
el papel con grafito,
la ropa sin dueño,
la costumbre evitada,

el honor y el dolor.

Ahora eres la patria de tus hijos
y tierra de tus padres. 

Son días de elegía y verbo,
de atarlo todo al recuerdo 
de rogar que no se acabe,
y, si se acaba, que esté.

Ahora eres la herida abierta, 
la celulosa en el corte, 
la explicación que sobra 
la sorpresa en el fuego.

Ahora eres la madre, 

                       el padre, 

                              el otro lado. 



(Álvaro Hernando, La Herida Eterna)

Para Ana Artiga. 

sábado, 28 de octubre de 2017

El eclipse del tiempo

El Eclipse del tiempo.


En cada boca veo un panal y un avispero
que vierte toda la miel roja por los bordes.
En cada ruido se me hace la vida presente continuo,
haciendo cara oculta de la plata en fuga del pasado.
A veces a la luna le da por hacer la magia
y cierra bocas con labios, toma mieles con bocas,
endulza los tiempos sin soles, sin prisas,
y mata el tiempo.

En cada boca bella veo un astro incandescente
en el que uno puede provocar su propio eclipse.
¿Recuerdas la voz de tu madre? Era el mismo Sol
al despertarte:
“¡Arriba! Arriba, pequeño. Despertaste”
Y beso. Y nada importaba. 
Eso era un eclipse de noche. Toda oscuridad cesaba.

En cada mano recia está el recuerdo de aquellos dolores primeros
en los que uno notaba la hiel del mundo concentrada en un instante, 
en los rotos de un pantalón nuevo, en su piel, en la rodilla,
sobre el suelo. 
¿Recuerdas la voz de tu padre? Era el astro Rey
al levantarte:
“¡Arriba! Arriba, pequeño. Te caíste.”
Y caricia. Y nada importaba.
Eso era el eclipse de sangre. Todo dolor marchaba.

En cada boca veo un breve discurso impronunciado,
una ralea de silencios de los que se nutre una ausencia,
ocultos los significantes, tan brillantes, por los significados muertos.
¡Habla! Grita sus nombres: ¡Padre! ¡Madre!

¡Padre! ¡Madre!

En la noche pasada veo a mi madre, a mi padre,
y veo su tiempo acabando, acabado, ido, yermo.
Veo el intento del tiempo por eclipsar su recuerdo
y descubro que no hay luna inmensa de sangre, 
que pueda ocultar ni sus caricias, ni sus besos. 

Hay veces en las que todo queda quieto
y la Luna decide matar al Sol, acabarlo.
Por ese pequeño instante la luna no eclipsa al Sol, 
sino al tiempo.
Y ahí aparece la madre. Y el padre. 
Ahí recuerdas la cuna, el olor, el grito
y quedas atado al momento, a ése, no a otro, a aquél.

¡Arriba! Arriba, pequeño. El eclipse ya ha muerto. 


(Álvaro Hernando-Freile, poema inédito del poemario “La Herida Eterna”)

La mano pequeña sobre la grande.

La mano pequeña sobre la grande.  

Los caminos se me hicieron secos,
la encina se sentó en mis huesos,
la maravilla siguió presente,
yo lo sabía,
pero no podía verla. 

Me cantaron las sombras su canción serena,
y giraron los relojes por sus agujas como compases 
enterrados en lugares ciegos a la música.
Sabíamos que volveríamos al lecho,
yo lo sabía,
pero tú no podías verlo.

Ahora dice el tiempo que hay compases como ondas
balanceándose como dientes de león en viento
permanentes en el interior del alma, 
recordándonos el humo, el vacío,
el llanto resonando dentro. 

Esto lo supe de joven, junto a un mapa,
cuando se quebraron todas las fronteras,
los recuerdos, las palabras.
Hasta los abismos mas necios aprendieron
con la muerte de mi padre
que no hay límite alguno para un dolor ileso.

Eso es una ausencia, una herida: 
la pequeña mano que no encuentra a la grande,
aunque la busque recorriendo el mismo paso.  


(Álvaro Hernando, La Herida Eterna)




martes, 17 de octubre de 2017

Mantra I, Teo

Mantra: hay que bailar más. 

Baila, olvidando el paso aprendido, 
que hoy todo es léxico nuevo,
conservando la palabra atávica
en la sangre de los legos
y regalándole el equilibrio a la locura,
o la locura al equilibrio, baila.


Así se hace el agua dentro del fuego. 

domingo, 8 de octubre de 2017

La fuga

La fuga
La fragancia del ser humano es la duda. Nuestra esencia consiste en poseer la duda como una constante que sopla contra corriente.
Tener dudas frente al espejo, tener dudas durante la caída libre, tener dudas antes de dudar, porque somos, ante todo, una evidencia basada en otras dudas. En realidad, estando solos entre dos citas ineludibles, somos dudas encadenadas.
Y entre ambos momentos nos traicionaremos, amaremos, abandonaremos y, esperanzados, nos seguiremos hasta un abismo negro mucho antes que hacia el sendero claro. A las dudas les sientan bien la oscuridad y la pérdida. 
No esperes que en la oscuridad y en la duda te rescate una esperanza diferente a la tuya propia. Será una imagen, nacida de una luz interna, que puede que nunca hayas visto anteriormente, y que iluminará leve y suficientemente tu vida, como para impulsarte hacia alguna de nuestras grandes certezas: amar, traicionar, abandonar, olvidar.
Es como si nuestra existencia se midiera por la intensidad de la duda y por la inexorable fuga de la misma, camino de la Gran Certeza.
Sobre el tiempo quedará el tiempo, sobre el sexo la soledad y el vacío. Sobre el recuerdo quedará el olvido, y sobre la vida la muerte.
Todos nos disipamos desde la duda a la inevitable certeza.

viernes, 6 de octubre de 2017

Enunciado

Enunciado



Lo de afirmar está sobretasado y prácticamente limitado


a una nube virtual piroclástica


consumidora de todo y a una mayor velocidad

                                       de a la que fue creado.




Años de placas tectónicas en fricción,


                      migrando, bajo la tapa de los sesos.


Ideas, pues, orgánicas, parte turba y parte esencia inflamable


                                  comburente para un fuego extinto antes del baile de la llama.



(Enunciado, en -----------------------, Álvaro Hernando, 2016)

Dedicado a los que buscan legalidad antes que justicia (y, de paso, también sangre).

martes, 3 de octubre de 2017

El abismo

El abismo

Yo me inventé un abismo. Decidí cortar las cintas métricas que dictaban la cordura sobre mis saltos. Contener y estudiar el impuso, dibujar cada curva de ascenso y de caída en mi memoria. Me inventé un abismo. A mi abismo hay que hacerle el amor, separarlo de mis ausencias y alejarlo de las quebradas; y dejarlo al sol, que se caliente, que sequen esas sangres que de eterno lo horadan y tallan.
A mi abismo le quedan tan solo tres caídas. Tras ello no habrá más vértigo. No más sentir la presión en mis tripas, ni el mareo de un coriolis borracho de certidumbres.
Tengo un abismo al que beso cada noche, muchas tardes, segundos repetidos de minutos que marcharon. Es un agujero, una cicatriz, un brazo amputado que siempre pica en su fantasma.
El abismo que tengo es un compañero predecible.
Tengo un abismo con muy pocas ganas de ser llano. Quiere ser torrente mudo en el pleno salto.
Yo escribí un abismo que me inventa, a cada caída, en un vuelo raso de palabras.
Hay que detener el tiempo. Hay que parar el vuelo en seco para entender a mi abismo. Para explicarlo, hay que lanzarlo con rabia contra las ganas de uno mismo.

lunes, 2 de octubre de 2017

Un poema de Walt Whitman para los días de silencio.

Hay días en que no me sirve el silencio. Hay días en los que la impostura ejercida a modo de moralidad me produce miedo y asco. Para esos días, para los del silencio, estamos "los poetas vivos", para recordarte que nos guían los poetas muertos.

Un poema de Walt Whitman

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.
Un poema de Walt Whitman


viernes, 29 de septiembre de 2017

El reloj de Cioran

El reloj de Cioran.

La locura, que es la perturbación y la vida, concluye con la muerte y con el orden. ¡Qué maravilloso gesto el de la incertidumbre, marcado en cada arruga de la piel nueva! ¡Qué sinfonía de preguntas sin respuesta, la música de todas las miradas que, por primera vez, se cruzan!

No busquemos el orden en los días, ni en la luz, ni siquiera, azorados, la luz en la luz. Mi hermano quedó ciego mirando al Sol de niño.

Que todo sea desafuero y grito, que para el silencio ya está preparada la calma.

La vida se escapa por el caos, y llega el orden.


(Álvaro Hernando, en La Herida Eterna)

martes, 26 de septiembre de 2017

z

Z

Zarandajas, balaústre, embate y pellizco son palabras enfadadas con mis poemas.

No quieren saber nada de tahalí, rusiente, kintsugi o tegumento.

Son tan ellas, tan llanas, tan de todo el mundo, que no entienden de inmensas minorías, ni de amores, ni banderas, ni otras suertes.

Nada que ver con brújula, península, océano u homérico, siempre tan diligentes, a mi rescate,  luz de faro en plena tormenta mediocre.

Necesito con urgencia volver al papel, al tintero y al fuego. De otro modo la poesía llana amenaza con tomarme del discurso y construirme una experiencia por cada verso desprendido de la misma carne que nos rima cara a cara.

Echo de menos la música de la calle en mis poemas esdrújulos.


lunes, 4 de septiembre de 2017

En cualquier caso



En cualquier caso

En cualquier caso, que el viaje te sea intenso,
sean o no propicios los vientos.

Ojalá algún día camines con sosiego
por el camino de mi vientre,
con las manos desnudas y cálidas
de los que nada temen.

martes, 15 de agosto de 2017

Varna

Varna

Si todo pudiera reducirse a un tálamo blanco,
en el que escribir con ceniza los días que se cuentan por destellos,
le regalaría al olvido el resto del tiempo, hueco de sensibilidad, seco. 

Si todo pudiera iluminarse con las luces de Varna sobre el mar, sábana sacudiendo al viento mil luciérnagas, atraillado corazón por túneles parásitos que nos habitan en lo oscuro, le daría una oportunidad al antibiótico, le aprestaría mano al clavo ardiendo, me apaciguaría en constante inmovilidad sobre mi silla inerte. 

Si, de alguna forma, todo torvo mensaje pudiera comprenderse como el canto de una cigarra que no supo amar el silencio, 
como golpe (el del ventanal al viento), como tus pies fríos descalzos buscando salir del barro, entonces le daría tu boca a mis palabras para cerrarla luego. 

Hay tantos gritos en las palmas de tus manos, tanta sal de ese, tu mar, que oscila y dobla el tiempo, que no queda nada sosegado en el acto del amor, en el quedarse dentro. 

Es todo apremio y pausa en el triángulo encerrado entre tu voz y tu silencio.

Te miro y me comprendo. 

martes, 8 de agosto de 2017

Venas

Venas

Puedo nombrarte el interior de mis venas como el estrecho conducto que une las dos campanas de vidrio de un reloj de arena. Puedo decirte que es un interior concentrado, el punto de fuga del agua y la sal en la clepsydra. Sin querer se me ha hecho el interior de las arterias una fuente de ceniza, un recorrido de aire seco lleno de un nombre que me observa, vacío de tiempo. 
No es no.
Supongo que eso que llaman pulso son las preguntas que retumban por las galerías que los nombres perdidos han ido agrandando.

Así son mis venas, inundadas de anhelo, de ausencia, animales, invocadas en la celebración para perderse entre tierra seca. 
No encuentra por mis venas la sangre el camino de vuelta. 

(Álvaro Hernando, en La Herida Eterna)


miércoles, 2 de agosto de 2017

Yo solo

Yo solo


Sin reconocerlo,
me retuve en un reflejo.

Recorría mis tardías fantasias con la lengua,
las besaba y las retenía entre los dientes.

Absorbía los olores de mi sudor
acariciando la imagen de una mujer
que adoraba las mareas,
como yo le rezo a la luna.

Tiene que haber una conexión entre sus olas
y mis noches.

Si no, ¿qué placer tiene sentido en su ausencia?

Sin saber reconocerlo,
me atrapé en uno, suyo, un reflejo.


(Álvaro Hernando, en La Herida Eterna)

domingo, 30 de julio de 2017

Y al fin mientras.

Y al fin mientras. 

Y mientras, uno, dejándose caer de boca, suavemente, como pluma, por los surcos labrados entre tus costillas.

Es un lugar en que quedarse, encontrando palabras, contándolas en el tiempo hueco que va desfalleciendo entre tus respiraciones, carentes de respuesta.

Los limites bellos, las imágenes inventadas que decoran algo parecido a un dolor: saber cómo es la certeza y descubrirla enraizando entre lo que no se abraza.

Y mientras desdibujándose todos los animales puros que corren libres por nuestro interior, dejando los bosques y los mares hechos jaulas.

¿Qué sentido tiene algo lejos de esa boca tuya callada, que no entiendo si no es gritando dentro de mi boca: "más dentro, más fuego, más lento"?

Por eso, con pasos delicados, callados, trato de elaborar la ruta de una huida que tú rompas con la mirada, con tu lenguaje indescifrable, con un deseo callado, con un roce prometido y puro, como sólo la verdad temida fragua, hasta romper todas las sogas, las barreras, los silencios.

Y entonces, por fin mientras, dejarme mecer entre tus surcos, por tus lluvias, tus huidas de noche, tus pieles blancas, la promesa de tu sexo cantando suave que no quieres que me vaya.

Hay algo infernal en este instante presente. Creo que siempre va a preceder a tu ausencia, como cuando me masturbo y después duermo.


(Álvaro Hernando, en La Herida Eterna)

martes, 25 de julio de 2017

Agua de sal

La mano sobre la piel. El mármol para el cincel. La soledad es lobezno.

Los pliegues no entienden de mapas, no se van.

Lo demás: noche y agua de sal.

Proceso de descomposición número 7

Proceso de descomposición número 7

Así son las aguas de sal, 
tan llenas de desierto y de luz 
que uno se olvida del barro 
y de que una vez pisó hierba.
Recordamos nuestra casa, 
a la orilla del mar vacío, 
envuelta en vientos de piedra, 
inmune al grito del tiempo.
Pero la piel de piedra se agrieta, 
la casa se sumerge en la arena, 
la sal corroe las ventanas, 
el agua nos bebe los miedos.
La sal del manantial nos llama, 
nos dice que nos amamanta, 
y, a cada sorbo que damos, 
en realidad nos deseca el alma. 
Pronto no quedará nada, 
ni noche, ni sal, ni agua, 
ni manantial de luz intensa, 
ni esperanza, ni mirada. 
No quedarán gotas sueltas, 
ni en la lluvia, ni entre letras, 
tampoco quedarán los miedos, 
consumidos por los nombres 
que se olvidan cuando llueve 
y uno recuerda en la cama, 
cuando se limpian recuerdos, 
cuando se derruyen casas, 
cuando se sabe uno muerto, 
diluido por la sal, 
depredado por el agua.  

lunes, 24 de julio de 2017

Soledad

Soledad

- Bienvenida, soledad,
a este hogar de las mil habitaciones.
Me será difícil encontrarte.


- Te equivocas, esta es mi casa.
Y tú te empeñas en buscarme.

(Álvaro Hernando, en La Herida Eterna)


Más mentiras

Más mentiras:

He imaginado leer entre las gotas que escurren por tu piel.

Y que no me importa tu silencio, que nos leemos poemas.

Y que decidimos no tener memoria, ni esperanza, y bebemos arena de un reloj parado.

Seguir increente es pura belleza.

Que uno siempre acabe creyendo en los principios felices,

en la soledad de un átomo sin padres,

en la fidelidad y el pudor,

en el momento cero, antes del cual no existía el tiempo,

en hacerse hombre sin sufrir, ni yacer sin amar,

es la palabra angular sobre la que edificar una mentira.


Seguir esperanzado entre los huesos,

pensando que la muerte a veces se olvida, y nos deja conservar lo amado,

el recuerdo, el tacto entre las pieles, las palabras entre las gotas de lluvia, esas que llenan las tormentas de fantasmas y poemas, y todo lo demás que no importa y arde.

Y quema.


Mirar mi sombra como si fuese un comienzo, o una mano sobre el pecho como si de veras nos reconociéramos en la huella del eco del músculo enrollado.

Prometernos las traiciones en negocios cuadrados, vendiéndolas muy caro; trocarlas por placeres, entregarnos y entregarte.


Conocerte en tus sollozos, tus silencios, y aprenderte, sin claustrofóbicos paréntesis.


Así espero que toda mentira nos sobreviva, y compense esas verdades despiertas, ebrias de pureza, tatuadas entre los pechos de una mujer de otro hombre.

No es momento de comenzar a escribir certezas, ni verdades.

sábado, 22 de julio de 2017

el deseo de Ulises

Allá despliega su vela negra, es el barco de Teseo,
y queda la juventud que inocencia nunca tuvo
en el vello de la testuz de Minotauro.
Quizá el viaje permita que se roce
con las yemas de los dedos la espuma en la arena,
o quizá no queden más que cuerpos yacientes,
sumergidos en la oscura y fría agua,
oculta a la luz y a la vida.
En cualquier caso, es mi deseo,
que el viaje te sea intenso,
sean o no fieles los vientos.
Ojalá algún día camines con sosiego
por el camino de mi vientre,
y hagan las mareas tus manos desnudas,
y hagan palabras cálidas, para los que nada temen.

viernes, 21 de julio de 2017

Y si fuera diferente.

Y si tuvieras que oler la tierra desde cerca, o vestir hojas de palma, o atar el tiempo a la vida con pequeños trozos de pólvora encendida. Y si tuvieras que mojar pies en agua sucia, si tuvieras que dormir con el oído siempre temeroso del silencio, o comer hoy lo que no sabes si encontrarás mañana. ¿Seguirías pensando que tú y yo no somos hermanos?
Yo despierto con la arena ensuciando mis mejillas, con tu hambre, sin preguntas, y sin saber si queda algún hermano vivo entre tanta devastación del recuerdo.

martes, 18 de julio de 2017

En el suburbano.

En el suburbano

Descubro tantas miradas encogidas, 
bullendo en una cazuela que hierve,
tantos cuentos con necesaria moraleja
prevista desde el érase una vez,
y tantas manos que no se atreven 
a acariciar la superficie del mar,
que ya no distingo en este vagón 
el desasosiego del sueño perdido. 
Me agarro a una mano, a cualquiera,
y cierro los ojos, muy fuerte: 
"Por favor, tengan cuidado para no introducir el pie entre la vida y el andén."
Susurradme algo de fiebre que me ayude a volver a mi estación. 

Aquí, en el suburbano, he encontrado mi cuna.



(Álvaro Hernando, en Chicago Express)

sábado, 15 de julio de 2017

Muere Maryam Mirzakhani

¡Hay tantas cosas en común entre la poesía y las matemáticas!
Por ejemplo, la atención que las dos reciben por parte de sus pacientes amantes, o la sosegada recompensa que, desde ellas, llega a ti con discreta paciencia.
Decía un poeta francés que el tiempo no perdona lo que tratamos de hacer sin contar con él. Lo mismo pasa con el amor: el amor no perdona lo que tratamos de hacer sin contar con él. Da igual que sea amor por la poesía o por las matemáticas.
Descansa en paz. Dejaste mucho amor y sabiduría.

"La belleza de las matemáticas solo se muestra a los seguidores más pacientes."

STTL, Maryam Mirzakhani.

http://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2017/07/15/5969f89822601d5c378b469a.html


martes, 4 de julio de 2017

Legado

Por mucha luz que inunde el árbol
éste siempre abrazará una sombra.
Por mucha luz que lo abrase en la pradera
es en su raíz donde permanece el agua
y entre sus hojas se mece la memoria de nuestros hijos.


(Fragmento del poema Legado, en Geografía del Alma)

domingo, 2 de julio de 2017

Mantra IV

Hay que bailar más.

Con la humildad infinita de la gravedad que sabe no ser eterna, ni universal. 

Con la impetuosidad del retumbar desafinado de un trampolín recién abandonado a su propio compás explosivo. 

Con la serenidad de la memoria olvidada del abuelo experimentado en perder los pasos por el sanatorio. 

Con la persistencia de la mano del mendigo, que, apostado en la puerta de la iglesia, sigue sin creer en dios alguno.   


Con todo y sin ello, hay que bailar más. 

sábado, 10 de junio de 2017

Palabra hijo

Palabra hijo.

He encontrado palabras hogar en las que dormían ciudades nuevas deshabitadas, y palabras recuerdo, en las que yacían enterrados los bellos cadáveres de nuestros antepasados.

He encontrado palabras música, empeñadas en resonar por encima de sus significados, en necesaria y caduca unión, como la de una costra a su herida.

He encontrado muy pocas palabras palabra, unívocas y secantes. Al principio pensé que padre lo era, pero murió. Luego casa, pero ardió. Luego paz, pero hubo hombre. Y al fin madre, pero morirá. Así desistí en la búsqueda.

Intento morarte, palabra, dentro del viaje, desbastando los parajes que me impones y buscando madrigueras en las que parir, lanzar todos mis gazapos a la conquista del silencio, la espera, la zanahoria y el halcón

Intento habitarte, palabra hueca, aprestado el tiempo en perderse y cambiarnos por la poca moneda que queda en el bolsillo del poeta borracho, del ilustrado mendigo que no sabe si es presa, cazador, reo, o liberado entre tanto asesino del recuerdo.

Intento no ceder al anhelo de describirte, palabra, ignorando que gano cuanto pierdo, como si fueras ajena a mí, mundo hueco, hueca cáscara de verbo, primera palabra hijo, deletreada en la sombra.

Ahora la palabra absoluta es hijo. Veremos cómo se nos aturden los significados con el paso del tiempo. Veremos cómo la palabra camina sola.

(Palabra hijo, por Álvaro Hernando, en La Herida Eterna.)

Escrito en el metro de NY, camino al encuentro de Hilario Barrero.



miércoles, 31 de mayo de 2017

Piedra llueve

Piedra llueve

Se me esconde la poesía por los miedos.

Llueve piedra.

Hay una sombra que no dice, no contesta
y observa cuando no miro.

Hay salpicaduras de piedra en mi frente
y mis manos están húmedas
de sangre seca y polvo de arena.

Y mi cuerpo y el tuyo húmedos de piedra fresca.

Si quisiera ahora estaría seco,
pero no podría confundirme con el ruido de la tormenta,
ni con la sombra que me acecha,
ni con la penosa manera de olvidar el silencio.

Llueve piedra sobre la cara de Camille Claudel.


(Piedra llueve, Álvaro Hernando. En La Herida de Camille)

Las ventanas de Marc

Las ventanas de Marc

Los versos de Chagall son azules
tan profundos como el mar calmo en la noche,
y están llenos de lobos
y de cantos de sirena.

Sus ventanas suenan a blues
y a religión poética,
nada salvadora,
testimonial,
repleta de símbolos
indescifrables y esdrújulos.

Hay una sábana tibia cubriendo
las caras felices
y una brisa helada cubriendo
los campos y sus labriegos beatos.

Creo que la religión nació en una ventana de Chagall,
en sus plomos y en sus amarillos de luz.
Las fantasmagóricas presencias son más testigos
de mis miradas que de sus tiempos.

Nada queda fuera de compás en esta melodía
contada en silencio.
Es Chagall empeñado
en abrir un mundo en una ventana cerrada.


Para Graciela Katz, amante de la obra de Chagall





Marc Chagall's windows verses are blue
as deep as the calm sea at night,
and they are full of wolves
and mermaid songs.

Your windows sound like blues
like a poetic religion,
nothing saving,
but testimonial,
resonant of symbols
indecipherable and proparoxytone.

There is a warm sheet covering
their happy faces
while a frosty breeze covers
the fields and their blessed peasants.

I believe that all religion was born from a window of Chagall,
in their leads and in their yellows of light.
The ghostly presences are more witnesses of my eyes than of their times.

Nothing is out of rhythm in this melody
told in silence.
It's Chagall insisting on it,
in opening a world on a closed window.

Desdibujar

Desdibujar

Desdibujar con líneas finas
los mejores paisajes detallados
y olvidarlos
cubriéndolos de nieve, de frío,
olvido sin hiel.

Y quedar la lluvia reducida al charco.

Desdibujar los rostros
los retratos más realistas
los olores
las caricias cálidas, de seda,
dejándolas en gestos.

Y tomar por el cuello de la lengua el beso.

Desdibujar la lista de nombres
y los recuerdos vívidos
de muchas emociones,
delicada luz
de tiempos de niño.

Y olvidar las canciones, las letras y melodías.

Desdibujarse uno mismo
borrarse de los bocetos
del calendario
y encontrarse en las palabras
que no se pronuncian azul.

Abrir, destripando, la complicidad y el secreto.

Deshacerse de todo lo que uno ha creído cierto
en lo que se confió el amor, el talento y el tiempo
para recogerse en el espacio silencioso
que unos llaman vida
y yo llamo abismo.

Desdibujar la renuncia blanca y el deseo blanco.

Ojalá olvide vuestros nombres,
ojalá se borre el mío.

Abrazo, sin nombre, al árbol sin raíz
y construyo mi yacija en el olvido.

(Desdibujar, Álvaro Hernando. La Herida Eterna)

lunes, 29 de mayo de 2017

Desflorar la vida

Desflorar la vida

De mil formas se consume el cigarro
cuando hay razón para amarrarse al fuego.
Pintar cada sarmiento de amarillo,
anaranjar los labios por el humo,
escribir los momentos de negación,
en un destripado y corto segundo
que muere aplastado en el cenicero.

Otra:
Inhalar, auxiliando al verbo morir,
un heterónimo de estar, evitar
perecer y renacer desde el fuego.
Dejarse abrasar y rasgar por dentro
corroyendo el aire cuando pregunta,
el humo, por el desgaste de un no estar
y no haber respuesta fría a la cuestión.

Otra:
Son tantas las cuestiones que nos hace,
desnudas y con respuestas rusientes,
que brillan ocultándose en la luz,
como el grito apagado por un coro
de sirenas preñadas por la muerte;
y nos crece todo así tan despacio
de esta raíz encepada al aire inerte.

Otra:
Giro a tu alrededor, huello la órbita,
atrapado en una estela azul de eco.
Hablo de tiempos de tiza y de patio,
son tiempos de pretéritos perfectos,
de piel infantil, raíz de escalofrío,
y enhebrar la futilidad al beso
cosiéndolo al centro gravitatorio.

Otra:
Y soplo la lumbre de la brasa azul,
confieso mis secretos a ese infierno,
le cuento al cigarrillo por qué fumo:
quizá sea leer el fuego del cigarro
en renglones de alquitrán y arsénico,
en páginas de ceniza, humo y cáncer,
sobre la desflorada vida inerte.

Quizá sea un simple motivo deseado:
trazar tu faz en la columna de humo,
asir por los colmillos tu alma seca
y recordarte luz bordada en sombras.
No sé por qué espero esto de la vida
mientras te me escurres entre recuerdos,
que, para otros, sea yo una llama quieta.

-Apuro el cigarrillo y me embriago de muerte lenta-



(Desflorar la vida, Álvaro Hernando, en La Herida Eterna.)


Imagen: http://www.yarnews.net/news/show/russia-and-world/22521/sigarety_mogut_skoro_podorozhat.htm



martes, 16 de mayo de 2017

El nombre de la vida

El nombre de la vida.

Hay que llamar a la vida de otra forma, la que sea.

Llamémosla casi camino, pendiente irrenunciable,
sin ida, ni advertencia, ni vuelta en el nombre.
Sin dramas. Sin excesiva alegría. Sin esperas.
Usemos un nombre roto que cada uno arregle,
como un relojero ciego y experimentado;

un nombre que se nos quede en la punta de la lengua.
El vocativo entre los dientes, que brille, veneno
en el que reconocer las señales manchadas
que nos lleven de vuelta al hogar,
algo que nos ate a una memoria sin raíz.

Hay que llamar a la vida de una forma visual

como 'bucle imprevisto' en mitad de línea recta,
o peldaño roto en la oscuridad de la bodega,
o apellido tatuado sobre la piel albina.
Hagamos que el nombre valga menos que la piel
y el miedo sea reclamo de más lluvia, más tormenta,
que sea frontera entre la vulva y nuestra patria seca.

Hay que volver a los versos de tu boca y a la galerna,
y a las noches de matar el silencio a redoble de gota;
y follar, follarnos hasta el amor, en el coche,
ocultándonos tras la cortina de truenos y cubrirnos,
tras el coito, de papel y ropa retorcida y húmeda.

Y hay que volver de los versos a las manos.
Hay que volver a hacer llover piedra y fuego,
del que ya sabes, del que congela y se alimenta
de razón lógica, aburrida y cotidiana. Hay vida.
Hay que buscarle un nombre nuevo a todo esto.

Hay que buscarle un nombre absurdo
lleno de contradicciones y despedidas apuradas,
de dolores de cuello y de caractéres oblícuos,
difíciles de reconocer, imposibles de determinar
que hagan eco ébrio, tuerto, regusto a vómito.

Hay que llamar a la vida sepulcro, caja, gusanos.
Hay que llamar a la vida muerte
sin nostalgias ni quejidos de ausencia.
Hay que perder el tiempo justo
en ponerle nombre: levedad.

(Álvaro Hernando, en La Herida Eterna)


miércoles, 10 de mayo de 2017

El corruptor

El corruptor

Veo belleza en la ira y en la mirada hueca,
y en la mano que aja la flor de tallo blanco.
Veo una belleza imperdonable en el crimen,
en el deseo que mata la virtud y la paciencia.

La belleza, quejumbrosa, se ata a la traición del hambre,
una de esas que viste de etiqueta con un beso farsante.
La veo, descansando en la mediocridad y el orín,
y en la falta de talento y en la trampa del carnicero.

Veo tanta belleza en el chillo del reclamo,
en el miedo al que me entrego y en la herida que tengo.
Hay belleza en el decapitado, en el ciego,
en el idiota y en sus estériles desvelos.

Hay belleza en el traspiés y en la sangre del golpe,
y en los puntos de sutura (recuerdo que aun es corte).
Hay tanta belleza en la derrota del pícaro,
en la basura, en el hedor, en el vómito, en el fracaso.

Soy el perfecto corruptor del mundo, rotundo,
el que siempre ve belleza cuando todo huele a muerto.

(Alvaro Hernando, en La Herida Eterna)


PROTOTIPO DE DEMONIO INTERIOR. Autor: Murdo Ortiz.
(Técnica mixta sobre papel. 70 x 56 cm. 2015).
http://www.murdortiz.com/index.html

martes, 9 de mayo de 2017

Pura Energía: Carlos Parrondo, El Papi.


Pura Energía: Carlos Parrondo, El Papi.

 
"El gran Locagoi (comandante de batallón) se acercó al joven poeta. Éste empuñaba una espada y miraba asustado al pasado, temiendo ajustar cuentas con él. 
Le habló: 
– Llegan momentos duros, amigo. Momentos en los que tienes que ser práctico y valiente… y ya sabes que no hay nada menos práctico que ser valiente. Tú todavía eres muy joven y uno ya está viejo y cascado por todas partes. ¿Qué nos queda? Ser prácticos y valientes. Recordarás este tiempo con dolor. Ahora tienes que elegir si quieres o no recordarlo, además, como un tiempo de equivocaciones o de fortalecimiento. Yo no tuve la suerte de disfrutar de mi padre. Murió cuando yo todavía era muy niño. Pero si hubiera podido elegir, yo me imagino a mi padre y sería como tú…
El joven poeta ya venía desconcertado, pero estas palabras acabaron por arrancarle de su pasado y posar firmemente sus pies en el frágil terreno de la confusión presente. Esa confusión, poco a poco, se transformó en miedo a lo que tiene que llegar y éste, a su vez, fue trocándose en el sentido práctico de quien asume que ha de afrontar lo irremediable. "
Cuando conocí a Parrondo dar un paso adelante me parecía una taréa titánica, correr me parecía labor de unos cuantos elegidos y terminar una carrera una tarea llena de sacrificios y sufrimientos. Con el tiempo descubrí que el sobrenombre de "El papi" tenía que ver con el ejemplo que suponía, el cuidado que prestaba y la atención que regalaba a todo el mundo, especialmente a los novatos o menos dotados para esto de tragar millas. El desánimo no cabía junto a Carlos. Era como un general griego, de vuelta ya de mucha batalla inútil, pero necesaria en la vida, que trata de compartir con los más jóvenes algo de cordura y de fortaleza de ánimo. Era un líder, sin duda, de esos que pasan inadvertidos para los que se creen líderes y de los que son indispensables para los que, sin serlo, sueñan con ser lo que sueñan.
Era un gran deportista. Una persona que me enseñó que el éxito no sólo está en tener más capacidades que los demás. El triunfo no estaba exclusivamente en el pódium, ni siquiera en mejorar la marca personal. El éxito esta en no rendirse a la ira cuando las cosas no salen y en ayudar a otros cuando las cosas salen tan bien que corremos el riesgo de olvidarnos de los demás. El triunfo, la victoria, el éxito, la esencia del deporte y de la competición, todo ello encontraba en el disfrute de los pequeños detalles. Capaz de hacer reír en las situaciones más comprometidas. Capaz de hacerte sentir especial y especialmente cuidado. El Papi era el Papi por algo. Supongo que porque sabía lo importante de tener quien te apoye, quien te exija y quien te enseñe. Siempre pendiente de los demás, sin renunciar a su espacio y sin robar el espacio de nadie. 
Ayer mucha energía quedó libre. 
Con el corazón partido de Carlos muchos quedamos algo huérfanos. Desde los que estamos aprendiendo a vivir la vida, como si fuera algo más que una Batalla Perdida a punto de comenzar, hasta los que están aprendiendo a llorar desde que son conscientes de lo mucho que pierde quien ama y no arriesga.
El gran comandante se encontró con Hades y decidió acompañarle, sin rendirse, por supuesto; no al menos en mi imaginación. En el Erebo, en las primeras cuestas, dejó atrás a Hades y entró sólo y destacado en los Campos Elíseos, aventajándole notablemente y lanzando besos a puñados hacia los espectadores. Hermes y Caronte apretaban el paso para no parecer descolgados o faltos de protagonismo, pero en el fondo sabían que tenían poco que hacer hasta que el Papi decidiera parar. Por supuesto, en el camino por la Estigia, Carlitos pagaba el óbolo de los despistados que llegaban allí con los bolsillos vacíos.
Fue la última carrera, el último paseo de libertad, acompañado de amigos, para el dorsal 164.
 
 
 
Un orgullo y un honor haber compartido contigo una parte del viaje. Hasta siempre.
Carlos Parrondo, Papi, gracias. Lamento tu ausencia. 
 
.

https://antropoalvaro.wordpress.com/2010/05/10/pura-energia-carlos-parrondo-el-papi/

Tu sexo

Tu sexo

Tu sexo es la Madre Tierra
madre agostada, explotada,
experto en decir callado
ven para tenerte en mí.

Tu sexo es corteza dura infranqueable
que no atraviesa más que un rumor
y la vibración de mi voz llamándote,
diciendo tu nombre, diciendo sudor.

Tu sexo es manto derretido
sobre el que se deslizan los sismos
desde que el hombre es hombre,
desde que la vida es muerte.

Tu sexo es un núcleo estéril,
magnético y denso, más mi centro,
más mi gravitacional centro
que el destino de mi abismo.

Tu sexo, ese hogar abandonado
que uno recuerda, arrepentido,
cuando la noche dice hambre,
cuando el cataclismo se acerca.

(Álvaro Hernando, en La Herida Eterna)

lunes, 24 de abril de 2017

Traducción al búlgaro del poema "Como el humo".

Като дима
Огън сме. Докосваме се, изпиваме се
четем се и се насладжаваме да бъдем,
чисто е желанието да се изживяваме.
Дим сме.
Представяме си се и се реализираме,
и пишем, взаимно се отдаваме в сънища.

Между дима и огъня
сме, в опит.
В опит да блестим без да горим,
в опит да не се стопим,
просто така:
без сила да се съпротивим на един лек бриз,
който да ни отнесе като повеи от минал живот
които замалко да блеснат в претенциозното си старание 
да не изчезнат.
Като дима.

Álvaro Hernando, "География на душата", 2011
Превод: Маргарита Тодорова







Como el humo

Somos fuego. Nos tocamos, nos bebemos
nos leemos y disfrutamos de sernos,
pura la gana de vivirnos. 
Somos humo.
Nos imaginamoy recreamos
y escribimos; nos damos en sueños.

Entre el humo y el fuego 
estamos, pretendiendo. 
Pretendiendo brillar sin arder,
pretendiendo no consumirnos, 
                                               sin más:
sin fuerza para resistirnos a una brisa ligera
que nos lleve como briznas de vida pasada
que llegaron casi a brillar en su pretencioso empeño 
de no desaparecer.

Como el humo.

Álvaro Hernando, 2011
En "Viento de Oeste"




miércoles, 12 de abril de 2017

Entrevistado en La Galla Ciencia. Entrevistas 12&21: ÁLVARO HERNANDO

La entrevista para La Galla Ciencia que pensé que iba a haber salido el Día Mundial de la Poesía. Un gran honor, estar entre otros entrevistados tan célebres. Gracias.








Entrevistas 12&21: ÁLVARO HERNANDO: Álvaro Hernando Madrid, 1971 Es maestro (con lo que se identifica, por encima de todo), antropólogo e investigador del lenguaj...

miércoles, 5 de abril de 2017

El precio de la palabra

El precio de la palabra

Nos va a costar entrecortar el aire,
envolverlo en dosis a un peso razonable,
derogar la fe en la amenaza de la vida,
derribar a soplos, por las raíces, nuestro árbol
y abolir la confusión en el grafito evaporado.

Nos va a costar plegar nuestros proyectos:
respirar sumisos los riesgos de piel blanca,
imaginar con los labios una vanidad tónica estresada,
dibujar en unos pechos un subversivo palabreo
y tasar los reflejos afilados de una tez en el silencio.

Nos costará, probablemente, todo el crédito
soñar con caricias destructivas, nuestras metas,
buscar los bordes territoriales del infierno
y trazar grafos hechos huellas sobre surcos,
letra de pendolista sin memoria voluntaria, ni palabra,
que usa tinta de tono calabaza sobre albero.

Nos va a costar enterrar en la misma fosa las escamas,
legrar las despedidas, sus pálidas palpitaciones,
y descubrir en el pecho los sustratos de un gran tejo,
ingenuos ante la advertencia mortífera y vacía
para la que se reserva un prohibitivo color rojo
en la ecuación inevitable de tornarlo todo negro.

Nos va a costar todo y nada recordarnos en palabras
que llegaron impertinentes, tirando nuestra puerta
y, antes de ajustar las cuentas, de manera taciturna,
con pena atravesada en el olvido,
nos fueron definiendo.

Nos va a costar.

(en La Herida Eterna / La Piedra de Camille, de Álvaro Hernando)


lunes, 3 de abril de 2017

22:22

22:22

A las 22:21 estoy a punto de nacer.

Me extiendo sobre la superficie del mar
y lato
como las mareas,
un par de veces por día por alto
y un par de veces más por bajo,
dependiendo de la luna
y de su influjo.

El tiempo pasa
como el rayo que cae cerca,
tan rápido
y de una manera tan violenta
que casi prefiero que no me toque.

Y se acaba el mar y comienza uno a ser continente.
A las 22:23 soy tierra quebrada y seca
y el único recuerdo que tengo
es que un día fui agua.

(de un poemario aún por definir, para una editorial sin nombre)

Estigma

Estigma

Antes había tanta belleza en nosotros
¿lo recuerdas? Se nos clavaba en la piel a besos 
y se desenredaban las horas de vigilia gracias a una fe
que ahora yace hastiada de espera y prefijos, 
y concentra el desprecio en muy pocas palabras.

Con el pasto ondea la impaciencia y el tiempo sangra
como ceniza de leña en la tajada cruda
mostrándonos la vida sucia y el hambre rota
del que ya no tiene vientre, ni viento
que no late y no llega más allá del recuerdo.

Yo, que antes era un gran final para un buen cuento,
miro mis manos y las veo afiladas y huesudas,
y no me reconozco en mi piel, llena de surcos,
ni en las huellas de los versos que me han ido narrando 
y de este pendolista queda una lápida de roca blanca.  

Ahora quedan dos pequeños cuentos con finales diferentes
muy brillantes, muy felices, muy ridículos,
muy vacíos de nosotros, que no se buscan, patalean, 
intentan romper el miocardio que atrapa el espíritu
de un buen final para todas las historias.

La memoria desaparece en un gesto elegante. 
Ya no nos recuerdo.
 


(en La Herida Eterna, Álvaro Hernando)

Liquid Blues

Liquid Blues.

1 de abril

"Mira la botella, acercándose a sus labios. Vierte vida y olvido. Mira mi botella, oscura, y lame su cuello, obsceno y estrepitoso, como la bofetada al niño, dejando que todas las piedras contenidas en el alcohol te eleven, todo lo más profundo, dentro de la canasta de huevos, esa pendular en el brazo de una caperucita de labios rojos y grandes heridas carmesí. Brechas vacías de sangre, llenas de dientes y sida. Aún así, más profundo entraría en ella."

Hay una mujer en la barra, todos la miran, la miramos todos, nos apropiamos de ella sin tocarla, la atamos, nombramos, gritamos, sin el ruido, sin la voz.

Hay una mujer sentada, bebiendo, como si le fuera una piedra en cada trago. No se puede volar con tanta piedra en los bolsillos. No quiere.

Hay una mujer entre hombres que no saben volar y que decapitan esperanzas y razones; quieren construirle un hogar de roca, edificándoselo en los bolsillos, para que pueda buscar al tacto y en gesto apartado de cualquier mirada, cualquier rastro de abrigo. Este hogar es su condena, en lo que no es cielo, ni libertad, ni amor. 

Hay una mujer en la barra, con alcohol en los labios, piedra en los bolsillos, hiel en las venas. Todos queremos destriparla, vaciarla y rellenarla con nuestros cuerpos fofos de hombres necios.

Hay una mujer dentro de esa mujer. Es mi madre, es mi hija, es libre sólo si no nos mira a nosotros, los hombres malos. 

Hay una mujer que es casi sombra en el mismo bar que los lobos, que desaparece en el hielo del vaso, en la gota de vaho, en la música sorda que no trae ningún recuerdo, en el bar, en la suciedad que dejamos los hombres que no sabemos volar. 

Hoy buscar belleza en la barra es tanto imposible como encontrarla en el pecho de los borrachos que acechan a la mujer vacía, la que no quiere volar, la que llena su garganta de piedras, trago tras trago, hasta vaciar una botella más.