Hazlo, con las manos
lejos del cuerpo
haciendo gran paréntesis,
pero lejos del pecho,
que ahí no caben
ni aclaraciones confusas
ni nudos de sarmiento y brezo.
Haz con las manos la escritura
de ésa
que se ve a surcos de bicicleta en barro,
que se talla con magnesio en piedra;
de la que no arderá en papel,
coordenada cautiva,
ni ahogará en cristal de una pantalla.
Hazla, en un paréntesis
sin letras,
sólo gesto.
Exclama lo que sea dentro
sin acotaciones
sin consejos
sin pistas, ni rumbos secretos;
da un grito como un salto triple
de esos que se dan con puntos
... suspensivos ...
con sigilo
y carcajada ahogada en silencio
desaforada.
Deja ese paréntesis abierto,
en canal
de lado a lado
y que entren todas las conversaciones pendientes
todos los recuerdos contados
todas las locuras valientes
todas las sonrisas,
entre las manos, en aspa,
bien separadas:
que nos quepamos dentro.
haciendo parar el tiempo,
que no se escape ni un sorbo
de ese néctar de segundos,
los prestados, los efímeros,
de los que fuimos torneados a fuego
sin lamentos.
Elegía a Iván García Rubio.
A un año de su marcha eterna en las Montañas de los Picos de Europa.