Cuando todo se tambalea,
los cimientos trémulos,
entre miedos y cegueras,
se aferran a los tejados.
Incluso trepan por los humos
de las chimeneas,
luna arriba.
Entonces me miro y me conozco,
y puedo tocarme la sombra con los pies
Ahí sé que soy invencible
y que hago cosas de genio,
como repetir a sorbos tu nombre,
o recordar nuestro primer verso.
Cuando todo es vacío, todo sacia.
Son esos pequeños imposibles
que ocurren en tus momentos.
Cuando todo se tambalea,
los besos enzarzados
de tus labios,
entre dudas y preguntas,
se aferran a algún recuerdo
a una nube engastado,
cielo arriba.
Cuando mis esperanzas se apagan
y se miran la piel entre manos
y tocan el suelo bajo la sombra,
con los pies descalzos,
es sólo tu abrazo lo que me salva,
lo que me vuela,
lo que me alza,
es sólo contener mi cuerpo
limitado entre tus brazos.
(Álvaro Hernando, 2014)