No toques,
no pongas tus dedos en la piel oscura.
Está prohibido.
Eso es carne.
Pega tus dólares a su brillantina,
al tanga, a la zona más sucia y casi al sexo,
al sudor meloso.
Ella puede tocarte, no tú a ella.
Eso es un límite quebrado,
una libertad robada,
un exceso sin paso,
un pecado.
(Álvaro Hernando, en Chicago Express)
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