La muerte llama a la vida.
Nunca, la muerte, se repite,
se ronda a sí misma
en líneas rectas
no se encuentra
final y ocaso alcanzados en certeza oscura
sin más conexión con nacer
que la línea sin curvas, ni verbos,
muerte que no es
ni cóncava
ni cóncava
ni convexa.
Zapatos negros que no casan
uno más pequeño,
otro más claro
desentonados
desatados
descartadas las nuevas huellas
nuevos trazos
y vestido transparente
de colores grises
apagados.
La vida ignora a la muerte.
Siempre, la vida, se renace,
se esquiva a sí misma
en lineas curvas
sonrisa y sufrimiento dados de la mano
por cordón umbilical unida a un olvido constante
con un hilo de oro fundido encastrando recuerdos
tan brillantes
tan preciados.
La vida,
dibujar de estelas,
navegar de nubes
tormentas de arena
mares de sal, o de miel
o acelerar en vía muerta.
o acelerar en vía muerta.
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